La desaparición de Míriam Bosco by Manuel Escrib

La desaparición de Míriam Bosco by Manuel Escrib

autor:Manuel Escrib [Escrib, Manuel]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2023-08-23T00:00:00+00:00


39

León Vatatzes nunca había estado en un teatro. Un hombre de bien como él no se podía permitir participar en esos espectáculos horrendos y decadentes, en esas mentiras disfrazadas de verdad. Detrás de todas aquellas cabezas, no necesitaba ponerse de puntillas para observar el escenario. No había querido ocupar su lugar en el palco. De hecho, no sabía qué hacía allí. Se había dejado llevar por un impulso. Cuando le llegó la invitación a su casa, pensó en romperla, pero no lo hizo. Al contrario, la guardó, la escondió de su mujer como si fuera algo de lo que avergonzarse.

Y ahora la había utilizado para entrar a aquel lugar infecto que apestaba a sudor, a madera vieja y a comida. Un olor nauseabundo que trataban de disimular quemando incienso, lo que le recordaba un poco a una iglesia. Teniendo en cuenta la obra en que se iba a representar, a León le pareció que todo aquello no era más que un sacrilegio.

Un pellizco de excitación lo asaltó cuando vio que aquel cortinón rojo se levantaba y aparecía un grupo de actores inmóviles en medio del escenario. La razón le decía que se fuera, que abandonara el lugar y no volviera, pero había algo en su interior que lo retenía allí. Toda su atención ansiosa se centraba en aquella gente a los que había conocido en el palacete que habitaban. El actor principal era ese Viterbo, Nicola, vestido como un soldado. A León le quemaba la sangre con solo verlo. Tan impostado, tan afectado, tan exagerado en sus ademanes. Era grotesco que alguien así pudiera representar a un militar. Estaba tan ensimismado en Viterbo que no notó la presencia que se detuvo a su lado hasta que le habló.

—Me alegro de que hayáis venido, Alteza.

La voz era profunda, como si declamara desde un púlpito. León se giró hacia él. Lo miró de arriba abajo. También era un hombre alto, como él, aunque más delgado y elegante, envuelto en una capa negra. El perfil de su rostro resultaba atractivo. Tenía una nariz recta y unos labios delicados y elegantes. Sus cabellos eran negros, con algunas canas en las sienes y una piel clara que le daba un porte aristocrático. Había algo en su presencia que reflejaba autoridad, desentonando en aquella melodía de gritos y risas de un público que no estaba a su altura.

—¿Quién sois? —le preguntó.

—Mi nombre es Arepo. Soy quien ha escrito esta obra, y también quien la dirige.

—¿Entonces, sois el responsable de esa infame oferta de traición que me hizo llegar ese actor vuestro?

—Así es, yo soy el responsable.

—¿Qué sois? ¿Un espía de Guiscard, el normando?

—No, exactamente.

—Ah, contestáis con evasivas. He conocido a muchos como a vos. Creen que son más inteligentes que los demás, que se pueden desplazar entre las sombras sin ser percibidos, pero toda esa arrogancia desaparece en cuanto se les acerca el hierro candente. Entonces, lloran, suplican… Pero sobre todo hablan. Hablan sin cesar con la esperanza de que se les salve del dolor. Voy a disfrutar cuando estéis en esa situación.



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